La biomasa de los animales domesticados se ha multiplicado por cuatro desde 1850 y solo los animales domésticos ya superan al peso de los animales salvajes. Las vacas suponen dos tercios del ganado. En la imagen, factoría lechera en Suqian, China.NURPHOTO (GETTY IMAGES)
Dos estudios muestran cómo la vida domesticada supera a la silvestre con las personas moviéndose más que el conjunto de animales
Por cada animal salvaje hay 10 para
consumo o domésticos. Los humanos vuelan ya más que las aves. En los mares,
queda el 30% de las ballenas que había en 1850. El peso total de las vacas que
hay se ha multiplicado por cuatro desde entonces. Todos los mamíferos salvajes
que quedan suponen la misma masa que tenían los elefantes que había en el siglo
XIX. Y solo los perros, gatos y roedores urbanos pesan más que el resto de
animales terrestres silvestres. Podrían ser respuestas del Trivial, pero estos
datos son el resultado de dos estudios científicos recién publicados. Uno,
en Nature Communications, compara la biomasa doméstica versus el
salvaje. El otro, en Nature Ecology & Evolution, mide cuánto se mueven los humanos
frente al resto de seres vivos. Ambos trabajos muestran cómo la esfera del ser
humano no ha dejado de crecer a costa de una Naturaleza en retirada. Es uno de
los rasgos definitorios del Antropoceno.
El primer estudio compara la evolución
de la biomasa total humana y la de las especies domesticadas con la de la vida
salvaje desde 1850. El año no es arbitrario, es cuando la Revolución Industrial se universaliza. La operación matemática es
relativamente sencilla. Para calcular cuánto suponen los humanos solo hay que
multiplicar la población por la masa corporal media. A mediados del siglo XIX
había unos 1.200 millones de personas en el planeta. Hoy somos más de 8.000
millones. El peso medio de un humano actual es de 54 kilogramos, pero los
autores estiman que la masa corporal en el pasado era hasta un tercio menor
(por el aumento de la obesidad, pero también por la mayor esperanza de vida, lo
que engorda la porción de adultos en la población). Teniendo todo en cuenta, la
biomasa humana se ha multiplicado por ocho, pasando de 20 millones de toneladas
a 420 millones.
Los humanos no habrían llegado a ningún
lado sin sus especies domésticas. Por eso, el trabajo suma a la biomasa humana,
la de 14 especies domesticadas, como vacas, caballos o cabras. También añaden
sus animales de compañía deseados, perros y gatos, e indeseados, ratones y
ratas. En el primer grupo, en el que el ganado vacuno supone dos tercios del
total, solo la biomasa de los caballos se ha reducido: tras un pico al que
llegaron en la década de 1920, la llegada del tren y, sobre todo, de los
coches, arrinconó a los equinos. En total, la masa del ganado, de los cerdos,
gallinas, pavos, patos… se ha multiplicado por cuatro. Igual de explosivo es el
crecimiento de la biomasa de los animales de compañía, incluidos los roedores,
que han pasado de pesar unos cinco millones de toneladas en 1850 a veinte en la
actualidad.
Las grandes migraciones animales, como
la de los ñúes en el Serengueti (en la imagen), modelan el paisaje. Pero no son
nada comparadas con los movimientos humanos. Solo caminando, la movilidad
humanas supera a la de todos los animales juntos.WINFRIED WISNIEWSKI (GETTY IMAGES)
Los cálculos de la masa de la vida
salvaje son algo más complicados. No hay estadísticas de muchas especies que se
remonten a 1850. Pero el caso de las ballenas ayuda a que los científicos hagan
sus cálculos. La industria ballenera, tradicional hasta la llegada de
innovaciones como el motor de vapor o el arpón explosivo, se convirtió en
industrial a mediados del XIX, con registros muy detallados. Casi se exterminó
a las cuatro especies de ballenas más grandes: azul, rorcual común, jorobada y
cachalotes. Sumados todos los mamíferos marinos, su peso era de unos 135
millones de toneladas a mediados del siglo XIX. En la actualidad apenas llegan
a 40 millones.
Calcular la evolución de la biomasa de
las 6.400 especies de mamíferos terrestres que se estima que hay es mucho más
complicado. No existen registros de lo que cazaban los humanos o de las
poblaciones de cada especie que había en el pasado, por lo que los autores solo
dan estimaciones con un cierto margen de error. Los datos más fiables de los
que se dispone se limitan a los grandes depredadores, ungulados y elefantes.
Con ellos, hicieron proyecciones hacia atrás. Calculan que había tantos elefantes en 1850, que equivalían a toda la
biomasa de los mamíferos no marinos que quedan. En total, habrían adelgazado pasando
de 50 millones de toneladas a unos 20 millones. En suma, a mediados del siglo
XIX la biomasa animal (humanos incluidos) era de 400 millones de toneladas,
mitad salvaje, mitad doméstica. Hoy, casi se ha triplicado, pero solo ha
crecido por el lado humano, con los mamíferos reducidos al 5% del total actual.
Biomasa global estimada en 1850 y hoy,
en millones de toneladas. A mediados del siglo XIX, la vida domesticada y la
salvaje pesaban lo mismo. Hoy, la silvestre supone el 5% del total de la
biomasa.MILO ET AL. INSTITUTO
WEIZMANN DE CIENCIAS
“El nuevo estudio revela el alcance del
dominio de la humanidad sobre la vida silvestre y lo difícil que es reparar el
daño que causamos a la naturaleza”, afirma Ron Milo,
investigador del Instituto Weizmann de Ciencias (Israel) y coordinador de ambos
trabajos. Para Milo, el hallazgo más sorprendente es el colapso de los
mamíferos marinos. “Estas poblaciones se vieron gravemente perjudicadas por la
caza industrial, principalmente a mediados del siglo XX. Aunque la caza
comercial de grandes ballenas se prohibió hace unos 40 años, sus poblaciones
solo se han recuperado muy parcialmente”, comenta en una nota.
Seres
en movimiento
El segundo trabajo analiza un factor que
no se había estudiado hasta ahora a escala global, el movimiento de la biomasa
doméstica versus la salvaje. La métrica tiene la siguiente fórmula: la masa
total de los miembros de una especie multiplicada por la distancia que recorren
al año. Para muchas de ellas la migración es vital, como los ñúes o las aves
migratorias, pero todos los animales se mueven para alimentarse, para buscar
pareja, para escapar o perseguir. Algunos, como los principales depredadores
felinos o los grandes herbívoros, son los ingenieros que dan forma a sus
respectivos ecosistemas.
El movimiento humano global hoy en día
es 40 veces mayor que el de todos los mamíferos terrestres salvajes, aves y
artrópodos combinados. El alcance real de esa cifra se entiende mejor al
descomponerlo por medio de transporte. Así, los humanos ya vuelan más en sus
aviones que todas las aves que hay en los cielos. La investigación muestra que
el 65% del movimiento de la biomasa humana se realiza en coche o moto y solo un
20% a pie o en bicicleta. Aun así, el movimiento humano al caminar es seis
veces mayor que el de todos los mamíferos terrestres, aves y artrópodos
silvestres combinados. De media, cada persona recorre unos 30 kilómetros al día
por diversos medios, un poco más que las aves silvestres. En comparación, los
mamíferos terrestres silvestres solo recorren unos 4 kilómetros al día.
“Estos estudios, impulsados por la curiosidad, también tienen consecuencias significativas”, recuerda Milo en un correo. “Ante todo, nos permiten comparar directamente la actividad de los animales con la de los humanos y comprender mejor las verdaderas relaciones de poder entre los humanos, una especie, y el resto del mundo animal”, añade. También tienen su relevancia ecológica. Como dice el investigador, “el movimiento animal es vital para numerosos procesos ecológicos, la salud de los ecosistemas y la supervivencia animal”. Son muchos los ejemplos: la búsqueda de alimento, el transporte de nutrientes, la polinización, la configuración física del entorno mediante la compactación del suelo… y, termina Milo, “afecta a la evolución mediante la mezcla de genes entre poblaciones”.



No hay comentarios.:
Publicar un comentario