El Consejo empezará a negociar este miércoles el texto del reglamento con el Parlamento Europeo, que fijó el listón en el 40%
Los países de la Unión Europea
alcanzaron este martes un acuerdo para reducir las
emisiones de dióxido de carbono de coches y furgonetas en un 35% en 2030. La propuesta no ha
logrado la unanimidad que se buscaba a primera hora de la mañana y ha tenido
que superar las reticencias de Alemania y varios países del Este, que no
estaban dispuestos a moverse de objetivo del 30% fijado por la Comisión Europea
para turismos. Finalmente, accedieron a elevar el listón a cambio de dejar
exentos a los pequeños productores y a mantener el límite en el 30% para las
furgonetas.
En una primera etapa, los fabricantes
de coches deberán reducir las emisiones en un 15% en 2025 respecto a 2021, para
dar un estirón en el siguiente lustro y llegar al 35%. Los objetivos se
revisarán en 2023, cuando además se fijarán metas para 2035 y 2040. Irlanda,
Luxemburgo, Suecia, Países Bajos y Eslovenia decidieron desmarcarse del acuerdo
al considerar que carecía de "ambición".
La organización
medioambiental Transport & Environment, con sede en Bruselas, cargó también
de inmediato contra el documento final. El Consejo deberá empezar a negociar
este miércoles con la Comisión y con el Parlamento
Europeo, que aprobó la semana pasada que el recorte de gases sea del 40%. Esas discusiones deben desembocar en un pacto para el
reglamento final, que se prevé que se produzca antes del final de esta
legislatura europea.
Los Veintiocho llegaron este martes a
Luxemburgo con tres documentos en sus carteras: el de la Comisión, que imponía
una rebaja del 30% en las emisiones de dióxido de carbono de turismos y
furgonetas; el del Parlamento Europeo, que elevaba esa reducción al 40%, y una propuesta
intermedia elaborada por Austia (que ostenta la presidencia rotatoria de la UE)
para ser abordada por los ministros de Medio Ambiente que ayer se reunieron.
Esta fijaba una disminución del 35% para 2030 en comparación con los niveles de
2021.
Esa oferta, sin embargo, solo logró
atraer al centro de la discusión a Croacia, Chipre y, en parte, a España. El
resto de países se dividieron entre una tropa capitaneada por Suecia de al
menos 16 países que reclamaba una reducción de al menos el 40% para 2030 –entre
los que estaban Francia, Reino Unido e Italia— y quienes no querían sobrepasar
en ningún caso el 30%, con Alemania al frente y respaldada por Eslovaquia, la
República Checa, Rumania, Bulgaria, Polonia y Hungría. Suecia llegó a reclamar
una reducción del 50%. “Debemos mostrar al mundo que es posible”, animó la
ministra Karolina Skog.
Informe
de Naciones Unidas
Los países que pretendían fijar unos
objetivos más ambiciosos llevaban, además, un documento más. Uno tras otro, los
ministros de estos estados recordaron las conclusiones del informe del grupo de científicos que
asesoran a Naciones Unidas,
que urge a los gobiernos a adoptar medidas para limitar el aumento de
temperatura al que se enfrenta el planeta, de 1,5 grados entre 2030 y 2052. Lo
admitió ayer la ministra alemana, quien aun así al principio rechazaba ir más
allá del 30% que había establecido como tope su gobierno, muy presionado por la
industria automovilística del país. “Después del informe de IPCC de ayer, no es
fácil, pero es la posición en la que todos estuvimos de acuerdo”, se encogió.
A algunos países, como Bulgaria, los
objetivos fijados por la Comisión incluso les parecían demasiado “ambiciosos”.
El rechazo de los países del Este se basaba sobre todo el de la destrucción de
puestos de trabajo –según la Comisión, en un escenario de una reducción del 40%
se perdería 12.000 empleos—, pero también apuntaron que no estaban preparados
al tener las menores rentas per cápita. Según el documento de la presidencia
austriaca, algunos estados dijeron estar preocupados por eventuales “fugas de
carbono dentro de la UE”. Es decir, que en los países más ricos se adquirieran
vehículos híbridos y eléctricos y sus ciudadanos compraran coches de ocasión
procedentes de esos estados.
La presidencia austriaca trató de
desencallar la negociación con una nueva propuesta. Mantuvo el objetivo del 35%
pero introdujo mecanismos para que los ciudadanos de países con menor renta per
cápita pudieran adquirir coches híbridos o eléctricos más baratos. La propuesta
no solo fracasó, sino que evidenció que la prioridad de algunos países del Este
en realidad era descafeinar las medidas contra la descarbonización del
transporte. Hungría dijo que ese texto como máximo merecía su abstención,
Eslovaquia reiteró que su línea roja era el 30% y Bulgaria incluso reculó hasta
una horquilla de entre el 20% y el 25%,
Seis
países se desmarcan
Al otro lado de la mesa, el redactado
irritó todavía más a quienes querían pegar un salto adelante en la reducción de
emisiones, puesto que habían constatado que la mayoría quería ir más allá del
35%. Grecia y Portugal, además, señalaron que las medidas para favorecer los
países del Este eran “discriminatorias”. Esa mayoría no solo insistió en las
razones medioambientales, sino que recordó que Europa estaba regalando a Asia
el mercado de la fabricación de componentes eléctricos a los países asiáticos
para mantener una industria con fecha de caducidad. Y además, renunciando a un
mínimo de 69.000 puestos de trabajo.
La posición de España fue más
comedida, aunque finalmente la ministra Teresa Ribera se mostró abierta a
situar la reducción de dióxido de carbono de esos turismos por encima del 35%.
Ribera admitió que la posición de España iba a ser determinante y sostuvo que
deseaba salir de la reunión con un acuerdo, pero advirtió del riesgo de trazar
una “senda poco creíble” si se iba a posiciones de máximos. “El 35% nos parece
una buena referencia siempre que se piense más en ir hacia una horquilla de
entre el 35% y el 40% que hacia otra de entre el 30% y el 35%”, afirmó Ribera,
quien recordó que España es el segundo productor de vehículos de la UE.
Finalmente, la presidencia austriaca
decidió retirar la cláusula para abaratar los coches en el Este de Europa e
introdujo una exención para los pequeños fabricantes que atrajo el apoyo de
esos estados, que aceptaron la meta del 35% para coches y lograron rebajar la
de furgonetas hasta el 30%. Además, dejó la puerta abierta a revisar los objetivos
en 2023, lo cual hizo ceder a otros estados con planteamientos más ambiciosos
pero que no querían irse de Luxemburgo sin un acuerdo. Suecia, Irlanda,
Eslovenia, Dinamarca, Países Bajos y Luxemburgo dejaron constancia de su enfado
y anunciaron un comunicado conjunto para expresar su disconformidad con el
texto alcanzado.
Un atasco a las afuera de Copenhague, capital de Dinamarca. FOTO: AP (NILS MEILVANG). VÍDEO: ATLAS
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