La exclusión de los pueblos originarios va más allá de la pobreza material o la falta de oportunidades: tiene que ver con una incomprensión de sus modos de vida
Hoy,
9 de agosto, el mundo entero vuelca su mirada a los pueblos indígenas. En
América Latina hablamos de aproximadamente 50 millones de personas,
pertenecientes a más de 500 pueblos, presentes en 21 países, que hablan más de
420 lenguas. Juntos representan una inmensa diversidad cultural de indudable
valor. A través de su larga búsqueda por la valorización de su identidad, su
cosmovisión y el derecho sobre sus territorios y recursos naturales, han logrado
avanzar en el reconocimiento de sus derechos, su autonomía política y la
atención a sus necesidades colectivas. Han realizado notables aportes a la
ciencia, la medicina, la arquitectura, la cultura, la educación y la
conservación de la biodiversidad.
Sin
embargo, los pueblos
indígenas de América Latina, ricos
en conocimiento tradicional, cultura, identidad y recursos naturales, se
encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables de la región.
Ellos conforman el 14% de los pobres y el 17% de los extremadamente pobres.
Adicionalmente, las brechas entre los pueblos indígenas y el resto de la
población persisten —y en algunos casos han aumentado— en casi todos los
indicadores usuales de desarrollo. La pobreza material afecta al 43% de los
hogares indígenas de la región, más del doble de la proporción del resto. De
igual forma, el número de hogares de pueblos originarios indígenas que vive en
condiciones de pobreza extrema es 2,7 veces mayor.
¿A qué
se deben estas brechas? Primero, llega menos inversión pública a sus
territorios, ya sean urbanos o rurales. Segundo, cuando llega la inversión,
Esta no tiene los resultados esperados porque no responde a sus necesidades ni
toma en cuenta su cultura y formas de organizarse para la toma de decisiones.
¿Qué
debemos hacer para contribuir a superar esta situación de desventaja?
Desde
el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) sostenemos
que el desarrollo de los pueblos indígenas es con ellos y para ellos. Esto
implica promover su participación en la toma de decisiones y conocer su
cosmovisión y cultura.
La
exclusión de los pueblos originarios va más allá de la pobreza material o la
falta de oportunidades; tiene que ver con una incomprensión de sus modos de
vida, donde la base de su fortaleza social, cultural y económica depende, en
gran parte, de la integridad de sus tierras y territorios. Reconocer esta
diversidad implica que las soluciones estandarizadas no funcionan para todos y
que debemos ofrecer otras adaptadas a su realidad y su cosmovisión.
Reconocer la diversidad implica que las soluciones estandarizadas
no funcionan para todos y que debemos ofrecer otras adaptadas a su realidad y
su cosmovisión
Los instrumentos
de política pública, por ende, han de adaptarse a sus características y a su
entorno. El fortalecimiento de la identidad cultural y la promoción del
desarrollo socioeconómico sostenible de los pueblos indígenas son objetivos que
se refuerzan mutuamente. Así, su cultura se convierte en un activo y no en un
impedimento para el desarrollo, un prejuicio que subsiste hasta hoy.
En
el BID trabajamos con un nuevo enfoque, llamado Desarrollo Territorial con
Identidad, que implica
aprender primero de los pueblos, conocerlos y dialogar con ellos, para
posteriormente identificar —de manera participativa— sus expectativas de
desarrollo. De esta forma, apoyamos a las entidades gubernamentales a diseñar e
implementar intervenciones efectivas y adecuadas a su realidad cultural.
Este
abordaje difiere de las intervenciones sectoriales puntuales que se han venido
haciendo, en las que la gestión de servicios en territorios indígenas (como
agua, electrificación y salud) se realizaban de manera desarticulada y sin consideraciones
de sus características culturales. Además, este enfoque enfatiza la
coordinación entre actores para resolver los problemas prioritarios.
Un
ejemplo es el programa Jandenka en Panamá, que incorpora el uso del idioma del
pueblo ngäbe y su conocimiento propio matemático —incluyendo 14 formas
diferentes de contar— en la enseñanza a nivel prescolar. El programa ha
diseñado materiales específicos con contenido intercultural y está utilizando
la lógica matemática ngäbe que se aprende en la casa, en la escuela.
También
en la comarca Ngäbe-Bugle, un programa de infraestructura incorporará los
saberes de los pueblos y utilizará materiales locales en el diseño de obras de
infraestructura. En el de los pasos de cebra, por ejemplo, se utilizarán
triángulos, en congruencia con su espiritualidad. Y en la construcción de una
carretera, se creará un camino paralelo para los caballos, el medio de
transporte mayormente utilizado por las comunidades.
Como
todos los años, en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, nos unimos,
en una sola voz, para conmemorar su historia, clamar por sus derechos y
celebrar su valor. Este año, reiteramos la urgencia de escuchar su voz e
integrarla a los procesos de decisiones que afectan su bienestar. Con ellos,
para ellos.
El pueblo Ngäbe de Panamá participa en un programa educativo que incorpora su lengua.
Carmen Albertos y Georgina Raygada son
especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario