miércoles, 20 de marzo de 2019

El jardinero con cáncer terminal que ganó a Monsanto una demanda por US$289 millones

Las primeras señales de la enfermedad le llegaron a Dewayne Johnson en forma de sarpullido, cuando tenía 42 años. A veces, llegaba a afectarle casi al 80% de su cuerpo.
Johnson aplicaba los herbicidas Roundup y Ranger Pro, de la compañía Monsanto, 30 veces al año, es decir, aproximadamente cada 12 días, en un trabajo como jardinero que tuvo en 2012 en escuelas de Benicia, al norte de San Francisco.


Un médico le diagnosticó en 2014 un linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer que surge en los linfocitos.

Así, en 2015, Johnson y sus abogados empezaron a trabajar en la demanda contra Monsanto. Y este viernes una jueza de San Francisco falló a su favor, la empresa deberá pagarle US$39 millones en compensación y US$250 millones en daños.
La esposa de Johnson testificó que ella tuvo que conseguir dos trabajos, en los que labora hasta 14 horas al día, para poder pagar sus cuentas médicas.
Así fue la demanda y el juicio
La demanda de Johnson se basó en los resultados de un estudio de 2015 de la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer, parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que clasificó al herbicida Roundup, cuyo ingrediente principal es el glifosato, como probablemente carcinógeno.

El médico de Johnson aseguró que era poco probable que su paciente fuera a vivir más allá de 2020 y por esa razón el juicio se aceleró.
En el transcurso del juicio de cuatro semanas los miembros del jurado escucharon el testimonio médicos, investigadores de salud pública y epidemiólogos que no estuvieron de acuerdo sobre si el glifosato puede causar cáncer.
La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. concluyó en septiembre de 2017 un estudio en el que descubrió que era probable que el producto químico no fuera cancerígeno para los humanos, contradiciendo el estudio de 2015 en el que Johnson basó su demanda.
El esperado veredicto
Sin embargo, el jurado del Tribunal Superior de San Francisco deliberó durante tres días y la juez, Suzanne Ramos Bolanos, leyó el veredicto, donde afirmó que Monsanto había omitido advertir a Johnson y otros consumidores sobre los riesgos de cáncer que tenían sus herbicidas.

La juez afirmó que encontraron que el glifosato sí representó un peligro sustancial y que había pruebas claras y convincentes de que la empresa había actuado con malicia y de manera represiva.
Brent Wisner, uno de los abogados de Johnson, dijo en un comunicado que los jurados por primera vez habían visto documentos internos de la compañía "que demostraban que Monsanto sabía desde hacía décadas que el glifosato, y específicamente Roundup, podrían causar cáncer".

Además, el abogado llamó la atención para que Monsanto ponga "primero la seguridad del consumidor, sobre las ganancias", afirmó que el caso de su cliente es el primero de más de 5.000 que podrían ir a juicio.
Monsanto dijo en un comunicado que apelará el veredicto.
"La decisión de hoy no cambia el hecho de que más de 800 estudios y revisiones científicas respalden el hecho de que el glifosato no causa cáncer y no causó el cáncer del señor Johnson", dijo la compañía.
La gigante farmacéutica Bayer, propietaria de Monsanto de junio, dijo que los herbicidas que contienen glifosato son seguros.
"Sobre la base de las conclusiones científicas, las opiniones de las autoridades reguladoras en todo el mundo y la experiencia práctica de décadas usando glifosato, Bayer está convencido de que el glifosato es seguro y no causa cáncer", le dijo un portavoz de Bayer a la agencia de noticias AFP.

RedacciónBBC News Mundo
·         11 agosto 2018
Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES Image caption "Nunca hubiera rociado ese producto en la escuela o alrededor de personas si supiera que les haría daño", dijo el jardinero Dewayne Johnson.


Monsanto, su pesticida y el coste de no informar
El gigante agroquímico ha sido condenado a pagar una indeminización multimillonaria por ocultar que el glifosato puede ser cancerígeno
Dewayne Johnson, el viernes pasado al conocer el veredicto a su favor en la Corte Suprema de California y en contra de Monsanto. JOSH EDELSON AFP
El gigante agroquímico Monsanto fue el viernes pasado condenado a indemnizar a un jardinero estadounidense con 289 millones de dólares (253 millones de euros). Ha sido un revés judicial que no presagia nada bueno para la marca contra la que hay abiertas miles de demandas en Estados Unidos y en Europa. El jardinero indemnizado, Dewayne Johnson, cree que el uso continuado que hizo durante años del pesticida de Monsanto Round Up, el más utilizado del mundo y fabricado con el ingrediente glifosato, es el causante del linfoma terminal que sufre, un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático y no tiene cura. Los jueces le han dado la razón en un veredicto histórico, por ser el primero de estas características, y, paradójicamente, es la propia firma Monsanto la que ha facilitado su propia derrota judicial.
Johnson se ha beneficiado del escándalo generado por los llamados Monsanto papers. Se trata de informes, comunicaciones y correos electrónicos internos de la empresa desvelados el pasado año y que demuestran que ya en los años ochenta esta dudaba de la seguridad del glifosato porque sospechaba que era cancerígeno. Desde entonces, la firma intentaba ocultar los preocupantes datos de sus propios análisis y hasta presumía de tener contactos en los organismos públicos encargados de velar por la seguridad de los pesticidas, como la Agencia de Protección del Medio Ambiente americana (EPA); un extremo especialmente inquietante si se tiene en cuenta que la mayoría de estos organismos, incluida la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), no ven problema en el uso del glifosato. La Unión Europea le concedió, de hecho, en noviembre una prórroga de cinco años para seguir comercializándolo en el continente, a pesar de las peticiones en contra de millones de ciudadanos y de parte del Parlamento Europeo. Solo la Agencia de Investigación sobre el Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud, ha alertado de que el glifosato es un “probable cancerígeno”.
Esta batalla retrotrae a la que a finales del siglo XX puso contra las cuerdas a las tabacaleras. También como entonces el problema legal no reside tanto en los efectos perniciosos contra la salud como en la ocultación de datos cruciales sobre ellos. Las grandes firmas ocultaron a los usuarios el poder adictivo de la nicotina, que reforzaban secretamente con todo tipo de ingredientes. Philip Morris llegó a tener que indemnizar en Estados Unidos a una fumadora aquejada de cáncer de pulmón con 28.000 millones de dólares. Pero las tabacaleras superaron la crisis y siguen vendiendo toneladas de cigarrillos a cambio, en el mundo más desarrollado, de soportar elevadísimas cargas fiscales y de informar cumplidamente a los usuarios de que el tabaco produce cáncer, problemas de fertilidad, impotencia y hasta la muerte.
Monsanto vende productos más imprescindibles. Sin pesticidas, la agricultura reduciría drásticamente su producción (hasta en un 90% en algunos casos). ¿Podría el planeta suministrar de alimento a tantos miles de personas sin la agricultura intensiva y los pesticidas? Greenpeace cree que sí. Pero la respuesta está, de momento, en el uso cuidadoso de este tipo de productos, en la prohibición de algunos y, en definitiva, en la información al usuario mientras no se hallen pesticidas menos dañinos.

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