¿Por qué la
humanidad sigue avanzando tontamente hacia una tragedia segura?
Los humanos
modernos, nacidos en una era climática llamada el Holoceno, hemos ingresado en
otra distinta: el Antropoceno. Pero en lugar de un Moisés que guíe a la
humanidad en este páramo nuevo y peligroso, una banda de negadores de la
ciencia y contaminadores desorienta a la humanidad y la conduce hacia un
peligro aún mayor. Hoy somos todos refugiados climáticos y debemos trazar un
camino hacia la seguridad.
El Holoceno fue la
era geológica que comenzó hace más de 10.000 años, con condiciones climáticas
favorables que sustentaron la civilización humana tal como la conocemos. El
Antropoceno es una nueva era geológica, con condiciones ambientales que la
humanidad nunca antes ha experimentado. Es lamentable, pero la temperatura de
la Tierra hoy es más alta que durante el Holoceno, debido al dióxido de carbono
que la humanidad ha emitido a la atmósfera al quemar carbón, petróleo y gas, y
al transformar indiscriminadamente los bosques y las praderas del mundo en
granjas y tierras de pasto.
La gente sufre y
muere en un contexto nuevo, y lo que se viene es mucho peor. Se estima que el
huracán María se cobró más de 4.000 vidas en Puerto
Rico en septiembre pasado. Los huracanes de alta intensidad se están
volviendo más frecuentes, y tormentas de gran envergadura están causando más
inundaciones, debido a la mayor transferencia de calor de las aguas cada vez
más cálidas de los océanos, la mayor humedad en el aire más templado y el
ascenso de los niveles del mar. Todos ellos son fenómenos mucho más extremos
como consecuencia del cambio climático inducido por el hombre.
El pasado julio,
más de 90 personas murieron en los suburbios de Atenas(Grecia) como
resultado de un incendio forestal devastador ocasionado por la sequía y las
altas temperaturas. Este verano también están estallando grandes incendios
forestales en otros lugares tórridos y devenidos secos recientemente, como California, Suecia, Reino Unido o
Australia. El año pasado, fue Portugal el país asolado. Este verano se están
alcanzando temperaturas sin precedentes en todo el mundo.
Qué imprudente por
parte de la humanidad haber atravesado a toda prisa la frontera del Holoceno,
ignorando —como los personajes de las películas de terror— todas las señales de advertencia.
En 1972, los
gobiernos del mundo se reunieron en Estocolmo (Suecia) para tratar las
crecientes amenazas ambientales. En el período previo a la conferencia, el Club
de Roma publicó Los límites del crecimiento, que
introdujo por primera vez la idea de una trayectoria de crecimiento
“sostenible” y de los riesgos del descontrol ambiental.
Nuestras instituciones políticas y los
gigantes corporativos ignoran deliberadamente los crecientes peligros y
perjuicios del calentamiento global
Veinte años
después, las señales de advertencia destellaron en Río de Janeiro, donde los
Estados miembros de Naciones Unidas se reunieron en la Cumbre de la Tierra para adoptar
el concepto de desarrollo sostenible y firmar
tres tratados ambientales importantes para frenar el calentamiento global
inducido por el hombre, proteger la diversidad biológica y detener la
degradación y desertificación de la tierra.
Pero a partir de
1992, Estados Unidos, el país más poderoso
del mundo, ignoró ostentosamente los tres nuevos acuerdos y dio a entender a
otros Estados que también podían disminuir sus esfuerzos. El Senado
estadounidense ratificó los tratados sobre clima y desertificación, pero no
hizo nada para implementarlos. E incluso se negó a ratificar el tratado para
proteger la diversidad biológica, en parte porque los republicanos de los
estados del oeste insistieron en que los propietarios tienen derecho a hacer lo
que quieran con su propiedad sin intromisión internacional.
Más recientemente,
el mundo adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible en septiembre
de 2015 y el acuerdo climático de París en diciembre
de 2015. Sin embargo, una vez más, el gobierno de Estados Unidos ha ignorado
deliberadamente los ODS y quedó en el último puesto entre los países del G-20
en términos de esfuerzos de implementación gubernamentales. Y el presidente
Donald Trump ha declarado su intención de retirar a EE UU del acuerdo de Parísen cuanto sea
posible (2020), apenas cuatro años después de la entrada en vigor del texto.
Las cosas van a
empeorar. El aumento de los niveles de CO2 generado
por el hombre todavía no ha alcanzado su efecto pleno de calentamiento, debido
al considerable retraso del impacto que tendrá en las temperaturas de los
océanos. En las próximas décadas la temperatura media global aumentará otro
medio grado, aproximadamente, de acuerdo con la concentración actual de CO2 (408 partes por millón) en la atmósfera. Y el
calentamiento será mucho mayor si las concentraciones de CO2 siguen subiendo con la quema habitual de
combustibles fósiles.
Para lograr el
objetivo del acuerdo de París de limitar el calentamiento “muy por debajo de
dos grados centígrados” con respecto a los niveles de antes de la
Industrialización, el mundo necesita pasar decididamente del carbón, el
petróleo y el gas a la energía renovable aproximadamente en 2050, y de la deforestación a la
reforestación y la restauración de las tierras degradadas.
¿Por qué, entonces,
la humanidad sigue avanzando tontamente hacia una tragedia segura? La razón
principal es que nuestras instituciones políticas y los gigantes corporativos
ignoran deliberadamente los crecientes peligros y perjuicios. La política tiene
que ver con obtener y mantener el poder y los beneficios, no con solucionar
problemas. Ni siquiera problemas ambientales de vida o muerte.
Administrar una
empresa importante tiene que ver con maximizar el valor accionarial, no con
decir la verdad o evitar un gran daño al planeta. Los inversores en busca de
ganancias son dueños de los grandes medios, o al menos ejercen influencia a
través de sus compras de publicidad. Así, un grupo pequeño pero muy poderoso
mantiene el sistema de energía basado en combustibles fósiles a costa de un
creciente peligro para el resto de la humanidad hoy y en el futuro.
Trump es el último
tonto útil que cumple las órdenes de los contaminadores, instigado por los
republicanos del Congreso, que financian sus campañas electorales con aportes
de delincuentes ambientales como las Industrias Koch. El presidente ha llenado
el Gobierno de Estados Unidos de lobistas industriales que están desmantelando
sistemáticamente cada regulación ambiental a la que pueden echar mano.
La última de Trump
ha sido nombrar a un exabogado de la megacontaminadora Dow Chemical para liderar
el programa de limpieza tóxica de la Agencia de Protección del Medio Ambiente.
Es para no creérselo.
Hace falta una nueva que escuche a
expertos científicos y no a líderes empresariales ni a políticos narcisistas
Necesitamos un
nuevo tipo de política que empiece con un objetivo global claro: la seguridad
ambiental para la gente del planeta, cumpliendo con el acuerdo climático de
París, protegiendo la biodiversidad y reduciendo la contaminación, que mata a
millones de personas cada año. Esa nueva política deberá escuchar a expertos
científicos y tecnológicos, no a líderes empresariales que actúan en interés
propio ni a políticos narcisistas.
Los climatólogos
nos permiten calcular los crecientes peligros. Los ingenieros nos instruyen
sobre cómo hacer la transición rápida, en 2050, a una energía sin emisiones de
carbono. Los ecologistas y los agrónomos nos demuestran cómo tener más y
mejores cultivos en menos tierra, terminando con la deforestación y al mismo
tiempo restableciendo la tierra degradada anteriormente.
Una política de
esas características es posible. En verdad, la población la espera con ansias.
Una gran mayoría de los estadounidenses, por ejemplo, quiere combatir el
calentamiento global, quedarse en el acuerdo climático de París y adoptar la
energía renovable. Sin embargo, mientras una elite estrecha e ignorante condene
a los ciudadanos estadounidenses y al resto de la humanidad a vagar sin rumbo
en el desierto político, lo más probable es que todos terminemos en un yermo
del cual no habrá salida.
Foto principal: Una joven, sobre las ruinas calcinadas de la casa del novio de su madre tras los incendios en Redding (California). JOHN LOCHER AP
Jeffrey D. Sachs es profesor
de Desarrollo Sostenible y de Política y Gestión de la Salud en la Universidad
de Columbia y director del Centro para el Desarrollo Sostenible de Columbia y
de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Copyright: Project Syndicate, 2018.
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