lunes, 30 de abril de 2018

Repensando el calentamiento global - Nicolás Viotti


Lejos del negacionismo corporativo Bruno Latour despliega su mirada sobre el cambio climático.
Uno de los méritos más significativos del trabajo de Bruno Latour en las últimas décadas ha sido el de repensar la dimensión política de las ciencias, las llamadas “duras” y las “sociales”, por el lado más inesperado. Su modo de pensar la política de las ciencias no es el de mostrar simplemente sus intereses, sus estrategias, sus complots o su alianza con el poder del Estado o las multinacionales, aspectos que de cualquier modo no pueden ser descartados. Su política está en reconstruir sus condiciones de posibilidad en la trama de las prácticas científicas concretas.

Si hacia finales de la década de 1970 los trabajos de Latour y sus colaboradores produjeron una gran innovación en la sociología de la ciencia, cuyos ecos ya tienen una tradición en la sociología local, el trabajo de las últimas décadas lo llevó a desarrollar un programa de antropología comparada que hizo de esos trabajos iniciales un programa más ambicioso.
Un recorrido por su obra muestra una vocación intelectual amplia y sinuosa, pero no por ello dispersa. Una tesis sobre el ensayista católico Charles Péguy, el estudio sobre la vida cotidiana en los laboratorios, el análisis sobre la figura de Pasteur en un horizonte más amplio de una antropología histórica de las controversias científicas, el problema del fetichismo, el estatuto de las imágenes y la iconoclastia, la palabra revelada y el modelo de la comunicación en los estudios sobre religión, los trabajos sobre el estatuto mismo de la modernidad occidental, los modos múltiples de existencia que incluyen tanto lo humano como lo no humano y, de modo particular, el problema del cambio climático como un problema crucial.
Recientemente traducido al castellano, Cara a cara con el planeta. Una nueva mirada sobre el cambio climático alejada de las posiciones apocalípticas (Siglo XXI) es el resultado de la Gifford Lecture de 2013 que Latour ofreció en la Universidad de Edimburgo. La Guifford Lecture es un ritual académico de más de cien años dedicado a una reflexión no dogmática sobre la religión, que cuenta en su ilustre historia a renombrados teólogos, científicos, filósofos, escritores y cientistas sociales. Además, fue la cuna de importantes textos del pensamiento del siglo XX. Entre ellos, nada menos que Variedades de la experiencia religiosa de William James o Proceso y realidad de Alfred North Whitehead. Dos obras caras al trabajo de Latour, que combina la filosofía pragmática anglosajona, la sociología realista de Harold Garfinkel, la heterodoxa historia de las ciencias de Michel Serres y los trabajos sobre las relaciones naturaleza-cultura en las sociedades amerindias de algunos antropólogos contemporáneos. Todo esto le ha permitido a Latour desarrollar una perspectiva original que prioriza la mirada rasante de la vida social, la reconstrucción de las redes entre humanos, objetos y fuerzas no humanas y, sobre todo, la radicalidad de lo que los propios actores dicen sobre su situación.
El modo en que se plantea el problema climático retoma el enfoque más amplio de Latour sobre las relaciones entre naturaleza y sociedad o, mejor dicho, sobre la dificultad de seguir pensando en los términos de esa separación. Una separación que sería estrictamente intelectual y no práctica, o sea, que estaría montada en una distinción moderna entre lo que se dice públicamente y la trama concreta de interacción entre los humanos y los hechos del mundo.
Las ocho conferencias recopiladas plantean un problema sustancial: hay que evitar tanto el negacionismo del lobby de las corporaciones que se ampara en el relativismo de los datos sobre el calentamiento global como la reivindicación ambientalista ingenua que propone una naturaleza pura e intocable. Ambos pecan por defender o bien un relativismo extremo, o bien un esencialismo radical.
En cambio, Latour recorre algunos principios para repensar ese dualismo. Por un lado, la inestabilidad de nuestra noción de naturaleza, los riesgos de convertir a la naturaleza en una religión abstracta, la centralidad de la hipótesis de Gaia propuesta por James Lovelock en la década de 1960 como una revolución en los modos de entender las relaciones entre lo humano y el planeta, el concepto de antropoceno como un camino para desagregar las figuras del Hombre y la Naturaleza y la importancia de entender esa relación en términos de bucles y no de sistemas integrados. Por otro lado, el tema mismo de las Gifford Lectures: la religión natural, que resulta para Latour un aspecto sustantivo, sobre todo por la confusión entre naturaleza y religión que se impuso en ese término, la tradición gnóstica como una nueva teología política, el tema del fin de los tiempos y los discursos apocalípticos como modos de inmovilización de la acción política, los límites del Estado Nación y el problema del gobierno y el conflicto en un orden poshumano y posnatural.
Si el movimiento de hacer más mundana la metafísica de lo natural que rige a las ciencias naturales y de lo social que rige a las humanidades es un proyecto que adquiere fuerte relevancia, su reflexión sobre el problema climático es también una lección sobre cómo ese ejercicio podría reconfigurar también nuestros modos de entender y vivir el nuevo conflicto político generalizado que se abre, unos modos que para tener alguna eficacia tal vez deban acercarse a las tramas cotidianas y hacerse sensibles a la porosidad del cosmos.
Nicolás Viotti es doctor en Antropología Social (Universidad General de Río de Janeiro) e investigador del Conicet
Foto: Japón, marzo de 2011. Una mujer se quiebra ante la imagen de su casa destrozada por un tsunami en la ciudad japonesa de Kessenuma.Foto: Reuters/Carlos Barria




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