El calentamiento del sistema climático es inequívoco.
La actividad humana es la causa de las crecientes alteraciones al delicado equilibrio climático planetario que amenazan nuestra existencia.
El calentamiento global es una consecuencia de actividades humanas, principalmente el consumo de combustibles fósiles, la destrucción de bosques y la agricultura. Lo difícil de aceptar es que sus consecuencias sean tan devastadoras que amenacen tanto la sobrevivencia de la humanidad misma, como la estabilidad de los sistemas naturales que conocemos.
En su más reciente informe, el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) señala contundentemente: “El calentamiento global es inequívoco… Es extremadamente evidente (95%-100%) que la causa dominante es la actividad humana” (IPCC AR5 WG1, 2013).
El carácter antropogénico del calentamiento global ha sido reconocido por todas las academias de ciencia de los países industrializados, incluyendo a laAcademia Nacional de Ciencias y la Academia Americana de Artes y Ciencias de Estados Unidos (Joint Science Academy Statement 2005). Posiciones similares han sido asumidas por las academias de ciencia de China, Rusia, India, Indonesia y Brasil, entre tantas otras. No hay una sola organización científica de renombre internacional que disienta de las conclusiones del IPCC.
La contribución neta de causas naturales al calentamiento global es insignificante en comparación con la de gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana. Así lo resalta tanto el IPCC en su más reciente informe (AR5 2013) como otras instituciones especializadas en la materia, como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU (NOAA), el Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto Climático (Potsdam Institute for Climate Impact Research) y el Instituto Max Planck de Meteorología, ambos de Alemania, o el Hadley Center del Reino Unido.
La temperatura media global depende principalmente del equilibrio energético planetario: la relación entre la energía que se recibe del sol y la que se irradia al espacio desde la tierra. Para finales del 2016 la temperatura superficial promedio registraba un incremento de 1.2°C sobre el promedio de la época pre-industrial, aunque más del 90% de la energía adicional acumulada en el sistema climático en los últimos 50 años se ha almacenado en los océanos.
El desequilibrio energético planetario se mantiene en positivo: la energía solar que se acumula en la tierra supera a la que se emite. Según la NASA, el desbalance energético planetario para finales del 2014 (326 Terajoules por segundo), era equivalente a la energía contenida en 447.000 bombas atómicas como la que arrasó a Hiroshima en 1945, detonadas cada día, 365 días al año.
La energía que se acumula como consecuencia del desequilibrio energético planetario conduce irremediablemente a mayores aumentos de temperatura.Para restablecer el equilibrio, tanto la temperatura de las capas más profundas de los océanos como la de la superficie terrestre tendrán que aumentar, aunque se suspendan de inmediato las emisiones de gases de efecto invernadero alrededor del mundo.
Aunque los disidentes y negacionistas son cada vez más reducidos y sus argumentos menos sostenibles, no dejan ni dejarán de existir, así como no faltan quienes aún sostengan que la tierra es plana, que el sol y las constelaciones giran a su alrededor o que la evolución de las especies es un mito. Sus argumentos se han venido desmoronando ante la creciente precisión de evidencias científicas cada vez más contundentes.
Los negacionistas más prominentes reciben fuerte apoyo financiero de empresas nacionales y transnacionales con poderosos intereses en el comercio de combustibles fósiles, la principal fuente de emisiones de CO2 a la atmósfera. La estrategia es similar a la utilizadada hace décadas por las compañías tabacaleras para negar, o poner en duda, las evidencias científicas tanto de la adicción que provocaban como del carácter cancerígeno de los productos que comercializaban.
En coordinación con sus promotores y financistas, políticos y medios de comunicación han contribuido a mantener el mito de que la ciencia del calentamiento global es incierta, carente de consenso científico. Recurren a negacionistas, algunos ingenuos, otros tarifados, que se niegan a reconocer no sólo las evidencias, sino las consecuencias que azotan con creciente furia a poblaciones y ecosistemas alrededor del mundo. Otros son farsantes opinadores sobre temas que realmente desconocen, en algunos casos a pesar de sus credenciales académicas.
La revista especializada Environmental Research Letters publicó en febrero 2016 un lapidario análisis sobre el consenso científico internacional sobre el calentamiento global (Environ. Res. Lett. 11 -2016 - 048002). Preparado por un equipo de especialistas de las universidades de Harvard, Princeton, Michigan, California Institute of Technology, Edinburgh, Bristol, Queensland, Brisbane, Luisiana, Utah y Amsterdam University College, destaca que el 97% de 12.000 trabajos especializados de investigación científica sobre el calentamiento global concuerda tanto en la alarmante magnitud como en el origen antropogénico del calentamiento global.
El informe señala explícitamente: “Los científicos climáticos coinciden abrumadoramente en el origen antropogénico del calentamiento global. Este consenso se encuentra fielmente articulado por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) cuando señala que la influencia humana es la causa dominante del calentamiento global registrado en el siglo 20. Las academias nacionales de ciencia de 80 países se han pronunciado apoyando este consenso”.
Los escépticos y negacionistas, tanto del calentamiento global como de su origen antropogénico, han sido reducidos a una agonizante minoría debido fundamentalmente a la incoherencia y falta de evidencias de sus argumentos, aunque los enmascaren en retórica científica. La abrumadora contundencia de crecientes y cada vez más precisas evidencias científicas reafirma que el calentamiento global, producto de la actividad humana, no es una predicción, sino un fenómeno presente y en acelerada evolución, socavando con inusitada efectividad el equilibrio natural del que depende la sobrevivencia misma de la humanidad.
El abrumador consenso de la comunidad científica internacional sobre el origen y la magnitud de éste fenómeno ha servido como basamento para la suscripción del Acuerdo Climático de París por todos los países del mundo, sin excepción, en diciembre del 2015, tras 23 años de negociaciones y una explosión de la investigación científica sobre los diferentes aspectos de este fenómeno durante el mismo período.
“Es ahora más cierto que nunca que los humanos están cambiando el clima de la Tierra. La evidencia es clara. La actividad humana, especialmente la quema de combustibles fósiles desde la revolución industrial, ha aumentado la concentración de CO2 en la atmósfera en un 40% entre 1800 y 2012. Las mediciones de diferentes isótopos de CO2revelan que su aumento en la atmósfera se debe a la actividad humana. El calentamiento durante este período es el resultado principalmente de los aumentos en la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero… Un análisis riguroso de la información y las evidencias demuestran que el calentamiento global observado no puede explicarse partiendo de causas naturales”.
National Academy of Sciences, USA; The Royal Society – UK: Climate Change – Evidence and Causes 2014
Enlace a informe sobre CIENCIA Y MITOS SOBRE EL CALENTAMIENTO GLOBAL, en donde se analiza el tema del negacionismo y sus motivaciones.
Julio César Centeno
Octubre 04 2017
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