Los 200 países reunidos en Polonia establecen el
desarrollo del Acuerdo de París, pero atenúan las referencias al informe que
pide medidas drásticas por las presiones de EE UU
La cumbre del clima de la ONU que se ha celebrado en la
ciudad polaca de Katowice, la conocida como COP24, ha conseguido cerrar la
noche de este sábado un pacto que servirá para desarrollar el Acuerdo de París
a partir de la próxima década, cuando se debe aplicar. Las tensiones entre los
bloques de países a la hora de asumir que es necesaria más ambición en la lucha
contra el cambio climático han estado muy presentes en las negociaciones. En el
lado más conservador, se han situado Estados Unidos y Arabia Saudí; al otro, la
Unión Europea y un grupo de países en desarrollo y pequeños Estados insulares
amenazados por el incremento del nivel del mar, que intentaban incrementar la
ambición.
En este tipo de cumbres —en las que participan casi 200
países— los acuerdos deben ser aceptados por unanimidad de todos los Estados.
De ahí, que las negociaciones se puedan alargar y bloquear durante horas, como
ocurrió de nuevo el viernes, cuando debería haber acabado la cumbre.
El texto final aprobado es menos ambicioso que los
borradores que se manejaban en un principio, fundamentalmente, en el apartado
referido a los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero que se
necesitan hacer. "La COP24 no ha recogido la ambición necesaria ni los
compromisos de los países para que aumente la acción climática", resume
Tatiana Nuño, experta en negociaciones climáticas de Greenpeace.
De esta cumbre debían salir dos cosas. Por un lado, el
desarrollo del reglamento para aplicar el Acuerdo de París. Por otro, una
declaración que tenía que recoger las conclusiones del informe de expertos que
asesoran a la ONU que advierte de que el mundo se está quedando sin tiempo para
evitar las peores consecuencias del cambio climático.
Respecto al primer punto, la parte más importante del
reglamento del Acuerdo de París sí se ha aprobado. Pero ese desarrollo no se ha
podido completar. El apartado referido a los mercados de carbono (el
intercambio de cuotas de emisiones de gases de efecto invernadero entre países)
bloqueó durante horas la negociación. Finalmente, ante las pretensiones de
Brasil, cuya economía se ve favorecida por esos mecanismos al contar con
amplias zonas forestales, se ha decidido que este asunto se cerrará dentro de
un año, en la próxima cumbre.
El resto del reglamento, que incluye medidas de
transparencia común, recortes, adaptación a los impactos del calentamiento
global y financiación, se ha cerrado satisfactoriamente.
Teresa Ribera, la ministra española para la Transición
Ecológica, ha participado hasta el último momento en las negociaciones en la
cumbre. Ribera ha lamentado que el resultado final no sea "todo lo
ambicioso" que España y la UE hubieran querido, pero destaca que es un momento
muy complicado para el multilateralismo, en referencia a los Estados, como
Estados Unidos, que boicotean instituciones como la ONU.
Por ese motivo, algunos observadores creen que es casi
milagroso que se haya conseguido cerrar un pacto en la cumbre de Katowice;
otros, entre ellos muchos representantes ecologistas, se muestran decepcionados
con el resultado, por su poca ambición. "Nadie va a quedar satisfecho
después de estas negociaciones", advirtió António Guterres, secretario
general de la ONU, el viernes a las ONG. Guterres ha tenido que acudir a
Katowice para involucrarse en la recta final de las negociaciones ante el
riesgo de fracaso. Los cambios en muchos Gobiernos, con la irrupción de líderes
como Donald Trump que, incluso, coquetean con el negacionismo han dificultado
esta cita.
Una de las batallas más duras ha sido la que afecta a
la declaración final de la cumbre, la llamada decisión, que tiene un carácter
más político. Ese texto debía instar a los países a ser más ambiciosos y a
presentar planes de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero más
duros. Y en el centro de la discusión sobre ese texto (que debía ser
consensuado por los casi 200 países presentes) ha estado el informe elaborado
por el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático,
por sus siglas en inglés). Ese documento detalla los riesgos a los que se
enfrenta el planeta si la temperatura supera los 1,5 grados respecto a los
niveles preindustriales (ahora ese aumento está ya en un grado). Las alusiones
al informe y a sus principales conclusiones (básicamente, que el mundo se queda
sin tiempo) han estado en el centro de la discusión en Katowice. Mientras
Estados Unidos, Arabia Saudí, Rusia y Kuwait querían restar importancia al
informe y a sus conclusiones, otros Estados querían que ese documento
científico estuviera en el centro de la discusión.
El Acuerdo de París tiene como objetivo que la
temperatura media del planeta no supere los dos grados y que se intente que
incluso se quede por debajo de 1,5 grados. Para ello, todos los países deben
presentar planes para recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Las que hay sobre la mesa no son suficientes, ya que llevarían al planeta a los
tres grados a final de siglo. Y el informe del IPCC dejaba claro qué deben
hacer los países para cumplir el objetivo más ambicioso, el del 1,5: reducir
alrededor de un 45% sus emisiones sobre los niveles actuales. Pero las
referencias directas a ese recorte se han eliminado de la declaración final de
Katowice ante la presión de EE UU y Arabia Saudí, y ante el riesgo de un
fracaso. "Me hubiera gustado un lenguaje más explícito", reconoce
Ribera sobre ese informe científico.
LAS MISMAS REGLAS PARA TODOS: LUCHAR CONTRA EL
CALENTAMIENTO
El Acuerdo de París se basa en una premisa: todos los
países deben colaborar en la lucha contra el cambio climático a través de la
reducción de los gases de efecto invernadero que expulsan sus economías. Para
ello, todos los firmantes —tanto las grandes potencias como los países en
desarrollo— están obligados a presentar planes nacionales de recortes de
emisiones. Y así lo han hecho. El problema es que cada uno ha elegido una forma
diferente de presentar los datos sobre las promesas de recortes. Tener un
reglamento como el que se ha discutido en Katowice sirve para unificarlos; por
ejemplo, que todos tomen el mismo año de referencia o los mismos gases de
efecto invernadero.
El otro problema de esos planes es que no son
suficientes, que los recortes presentados por los alrededor de 200 países que
cerraron el Acuerdo de París llevarán a un aumento de la temperatura por encima
de los tres grados al no limitarse lo
suficiente esos gases. Y el Acuerdo de París se fijaba una meta de entre uno y
medio y dos grados.
Conscientes de este problema, los arquitectos del pacto
firmado en 2015 en la capital francesa introdujeron un mecanismo de revisión al
alza. Y ese mecanismo se ha desarrollado también en Katowice. El primer balance
global para ver qué más esfuerzos de recortes se necesitan se hará en 2023, y a
partir de esa fecha se llevará a cabo cada cinco años. También se ha reforzado
la transparencia.
El escollo final de la cumbre se refiere a los
mecanismos de intercambio de cuotas de emisiones. En el Protocolo de Kioto se
permitía que los países intercambiaran derechos de emisión. Y Brasil pretendía
que se pudieran trasladar esos derechos al sistema que se establecerá cuando
empiece a aplicarse el Acuerdo de París.
La falta de un punto de consenso en este asunto ha hecho
que se cerrara un pacto —liderado por el comisario de Acción por el Clima de la
UE, Miguel Arias Cañete— para dejar el desarrollo de esos mercados de emisiones
para la siguiente cumbre del clima, que está previsto que se celebre dentro de
un año en Chile. Brasil, en principio, iba a organizar esa cita. Pero el
presidente electo, Jair Bolsonaro, la ha anulado.
MANUEL PLANELLES
Katowice 16 DIC 2018 - 12:12 CET EL PAIS
Foto principal: El presidente de la cumbre, Michal Kurtyka, reacciona al pacto alcanzado por los países en Katowice, Polonia. REUTERS
No hay comentarios.:
Publicar un comentario