La matemática alemana
dedicó su vida a la investigación y conservación de las formas geométricas y
animales imposibles de entender en las llanuras peruanas de Jumana y San José
Maria
Reiche se enamoró de la nada del
desierto y en él dio su vida. A él dedicó su existencia en solitario: a
investigar, elucubrar, descubrir, limpiar, cuidar y conservar algo que pasó de
misterio indescifrable y desconocido por la mayoría a atracción turística
demasiado visitada. En la inmensidad de la llanura peruana había unas líneas
geométricas imposibles de entender y a las que la científica alemana se empeñó
en dotar de significado.
Sentada en una escalera de mano y con
cinta métrica, una brújula, una escoba, una libreta de mano y su mente
matemática, María Reiche midió casi 50
figuras y mil de estas líneas e investigó su orientación astronómica. Descubrió
que muchas de las bautizadas como Líneas de Nazca guardan relación con el solsticio de verano y elaboró teorías
sobre el significado de las figuras como calendario astronómico. Llegó a la
conclusión de que estaban destinadas a fijar los ciclos y los cambios
climáticos en las sociedades agrarias de la civilización nazca. Hoy, sin
embargo, y a pesar del debate aún existente, la creencia mayoritaria indica que
las líneas tuvieron un propósito más ceremonial y cultural que científico.
El resumen numérico de la matemática Maria Reiche indica
que, al realizar el mapa del área investigada con la ayuda de la Fuerza Aérea
Peruana (450 kilómetros cuadrados) descubrió que las figuras representan 18
diferentes tipos de animales y aves, además de cientos de figuras y formas
geométricas.
Maria Reiche nació en Dresden el 15 de mayo, del año 1903. Fue la mayor
de tres hermanos y, tras una infancia feliz, pudo estudiar matemáticas, física y geografía en la Universidad Técnica de Dresde y Hamburgo, en
la que se graduó en 1928.
Su ilusión por vivir fuera de su país durante un tiempo la llevó en 1932
a aceptar un puesto como tutora privada de los hijos del cónsul de Alemania en
Cuzco, Perú. Antes de que expirara el periodo de cuatro años del contrato,
viajó a la capital, Lima, donde trabajó como profesora de inglés y alemán y
traduciendo textos, antes de conseguir en la capital un puesto como
restauradora de textiles precolombinos en el Museo Nacional de Perú.
Estos dos últimos hechos, las traducciones y el trabajo de restauradora,
le cambiaron la vida y despertaron en la joven Maria
Reicheel interés por la arqueología peruana al realizar traducciones
para Julio C. Tello y, posteriormente, para Paul Kosok. En uno de los artículos
que tradujo al arqueólogo Kosok conoció la existencia de gigantescas líneas y
figuras, ubicadas en una llanura entre Nazca y Palpa, que abarcaban un área de
450 kilómetros cuadrados desde el litoral hasta las estribaciones de la
cordillera.
Viajó allí por primera vez en diciembre de 1941. Casi recién graduada en
la Universidad de Hamburgo, el arqueólogo estadounidense Paul Kosok la invitó a ser su asistente de trabajo
y a observar aquellas figuras que solo podían verse en su totalidad desde el
aire. Tras aquella primera visita, la joven alemana se enamoró del lugar, y si
bien lo abandonó poco tiempo después por las restricciones de la guerra, volvió
de nuevo en 1945 y ya no abandonaría el desierto hasta su muerte; de hecho,
Kosok dejó Perú en 1948, pero Maria Reiche, sola,
continuó con las investigaciones y los mapas sobre las figuras de Nazca.
En las llanuras de Jumana y San José, entre las actuales poblaciones de
Nazca y Palpa, es donde más figuras de gran tamaño se han contabilizado: en
concreto, 70 figuras de enormes dimensiones y más de 10.000 líneas. María Reichebautizó lo que vio en una obra que publicó
en 1968 como “misterio del desierto”, y es algo que sigue atrayendo hasta ese
terreno árido y hostil a miles de curiosos, investigadores y estudiosos.
Al principio, los habitantes de aquellas poblaciones miraban a Maria Reiche con desconfianza y hasta de manera
agresiva la calificaban de “bruja”, ya que caminaba por la arena sola,
limpiando algunos tramos, tomando medidas de otros y siempre realizando
cálculos.
En 1949 Maria Reiche publicó su primer artículo sobre las líneas de
Nazca: ‘Mistery on the desert. A study of the ancient figures and strange delineated surface’ (Misterio
en el desierto. Un estudio de las figuras antiguas y
la extraña superficie delineada). Gracias a sus investigaciones, que se
prolongaron durante varias décadas, ahora disponemos de cientos de mapas,
planos y fotografías de los diseños y figuras que pueblan aquella gran extensión.
El misterioso lugar fue poco a poco ganando fama y también visitantes,
que llegaron a poner en serio peligro su conservación, con la lógica
preocupación de la científica alemana, única guardiana de la zona y que apenas
tenía una escalera de mano como torre de control y una escoba que igual le
servía para limpiar el terreno que para ahuyentar a los pesados e incivilizados
visitantes. Sin embargo, gracias a la colaboración del denominado en aquella
época Fondo de Promoción Turística y a la ayuda de su hermana Renate se pudo
construir un mirador, y la inversión privada también permitió que un pequeño
aeropuerto, con un reducido servicio de avionetas, pudiera sobrevolar el área.
De esta forma, Maria Reichepudo pagar a vigilantes
para evitar a los visitantes que llegaban con intención de esquilmar el
terreno.
Las líneas y figuras que llenan la llanura peruana datan de la época que
va desde el año 200 a. C. hasta el 700 d. C., periodo en el que habitó la
cultura Nazca. Allí se desarrolló, como en otras partes de América, una
civilización que, por un lado sabía sacar partido a los recursos naturales y,
por otro, rendía culto a las divinidades con enormes y complicadas
construcciones arquitectónicas.
Según la teoría de Maria Reiche, los habitantes de Nazca utilizaron esas
figuras como sistema astronómico, calendario de lluvias y planificación de
cosechas. Por ejemplo, al estudiar la figura de la parihuana o flamenco (que
ocupa una superficie de 300 metros), María Reiche descubrió que si “nos paramos
en su cabeza en las mañanas del 20 al 23 de junio y seguimos con nuestra mirada
la dirección del pico, podremos observar claramente la salida del sol,
exactamente en un punto de un cerro ubicado en esa dirección”.
Aunque hasta la década de los 80 del pasado siglo la teoría de María
Reiche fue la hipótesis más aceptada sobre las figuras de Nazca, posteriores investigaciones apuntan a que los geoglifos son
manifestaciones de una tradición de organización social, así como de prácticas
religiosas y conceptos culturales que desaparecieron debido a la desertización
de la zona, aunque las figuras han llegado hasta nuestros días gracias a las
condiciones climáticas especiales que se dan allí.
En los dibujos del desierto destacan las representaciones de grandes
animales como aves, colibríes, grullas, loros, garzas, además de un mono, un
caracol, un lagarto, una araña… aunque sin duda las figuras que más se repiten
son líneas rectas, espirales y otras geométricas. Se da la circunstancia de que
casi todas las figuras de animales están dibujadas por un único trazo, por lo
que se pueden recorrer de un lado a otro sin cruzarse con ninguna otra línea,
lo que hace suponer que, en algún momento, dejaron de ser simples imágenes para
convertirse en caminos para procesiones ceremoniales.
Pero más allá de su uso, la cuestión que más intriga e interrogantes ha
despertado porque continúa siendo difícil de explicar es cómo los antiguos
moradores de la pampa peruana realizaron los geoglifos a una escala tal que
solo se puedan apreciar en su totalidad desde el aire. Ese enigma es el que
también ha dado lugar a teorías extraterrestres que no han logrado otra cosa
que aumentar el número de visitantes a pesar de su carencia científica.
Una de las tareas más importantes de Maria Reiche fue
precisamente medir, con los pocos recursos y los medios rudimentarios que
tenía, una gran cantidad de geoglifos y crear así el primer mapa sobre las
figuras de Nazca en 1974. Una de las primeras figuras que descifró fue también
una de las más conocidas: un mono con una cola enroscada en espiral. Según su
teoría, esa figura debía de ser la representación de la unión de las
constelaciones que conocemos como la Osa Mayor con otras estrellas cercanas a
esta.
Durante las décadas que vivió en La Pampa, ‘la mujer que barría el
desierto’, como la apodaron los habitantes de Nazca, se mudó a una choza para
poder estar lo más cerca posible del campo de estudio. Jamás dejó su trabajo,
aunque le llevó tiempo descubrir su vocación, tal y como le aventuró por carta
a su madre tras acabar su primer trabajo como tutora de los hijos del cónsul
alemán en Cuzco: “Es posible que viva algunos años más en el completo
anonimato, hasta que el destino me considere digna de asignarme la tarea que ha
determinado para mí, aquella tarea para la cual he nacido (…) yo creo que se
trata de un trabajo específico para el cual me estoy preparando
inconscientemente, formándome y aprendiendo”.
Su tesón y perseverante labor de investigación le valieron numerosas
distinciones en vida, tales como la Medalla de Honor del Congreso de Perú en
1981; las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta y la Medalla Cívica de la
Ciudad de Lima, ambas en 1986; el doctorado honoris causa concedido por las
universidades nacionales de Trujillo (1983), San Marcos (1986) e Ingeniería
(1989). Además, en 1992 el Gobierno le concedió el título de Ciudadana Honoraria
de Perú, oficializado con su nacionalización definitiva al año siguiente.
En diciembre de 1994, gracias a sus esfuerzos y gestiones, la Unesco
acordó otorgar a las Líneas de Nazca la categoría de Patrimonio Cultural de la
Humanidad. En los últimos años de su vida, debido a su delicado estado de
salud, ciega y con parkinson, María Reiche ocupó
una habitación en el hotel de turistas de Nazca, siendo asistida por su hermana
Renata.
Cuando tenía 95 años de edad, el 8 de junio de 1998, Maria Reiche
falleció en Lima víctima de un cáncer. Un mes antes la Unesco le había
condecorado con la Medalla Machu
Picchu. A título póstumo, el gobierno
peruano le otorgó la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el Grado de
Gran Cruz. El funeral tuvo lugar el 10 de junio en el Museo Nacional de Lima y
Maria Reiche fue enterrada en Nazca, donde vivió durante más de 25 años en una
choza sin agua ni electricidad y donde hoy hay un museo en su honor, además de
que el aeropuerto de Nazca, como homenaje, también lleva su nombre.
Un mes después de su fallecimiento fue inaugurado en Lima el parque
Maria Reiche, ubicado en el malecón de La Marina, con una extensión de 28.000
metros cuadrados y donde pueden apreciarse las figuras de Nazca trabajadas a
escala pero realizadas con flores para recordar a la ‘guardiana del desierto’
que, con su trabajo diario durante décadas, se convirtió en la ‘dama de
las Líneas de Nazca’.
Google homenajea a la matemática alemana Maria Reiche GETTY
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