jueves, 6 de septiembre de 2018

Cuatro prioridades para la agenda de la pobreza en este curso - Gonzalo Fanjul


Los próximos meses pueden traer grandes cambios en materia de migraciones, Objetivos de Desarrollo Sostenible, cooperación y reforma fiscal. O no.

3.500 Millones abre cada curso con una relación de los asuntos vinculados a la pobreza y la desigualdad que pueden concitar mayor interés a lo largo de los próximos meses. Pero este año no es como los anteriores. Por primera vez en casi una década, un gobierno reformista y un entorno económico favorable permiten albergar esperanzas con respecto a los esfuerzos de justicia social y sostenibilidad dentro y fuera de nuestro país. Este empeño tendrá que desenvolverse en el contexto polarizado de una Europa que se enfrenta a la encrucijada cruda entre cosmopolitismo e involucionismo. El más que posible contagio de la política española puede hacer que lo que hace unos años dependía solo de la voluntad política y los recursos económicos, forme hoy parte de una ecuación mucho más compleja.
Estos son los cuatro desafíos que, en nuestra opinión, van a marcar la agenda pública en materia de solidaridad internacional:
  • El gobierno de las migraciones y la respuesta a la xenofobia: la confluencia de tres crisis –económica, institucional y de desplazamiento forzoso– ha generado un contexto de miedo y frustración que los grupos antinmigración han aprovechado con una facilidad pasmosa. Con meritorias excepciones, la respuesta de los gobiernos europeos se ha movido entre la abulia y la xenofobia, convenciendo aún más a sus sociedades de que tal vez la extrema derecha tenga razón. El nuevo Gobierno de España dice estar entre quienes aspiran a una política migratoria diferente, pero las decisiones de las últimas semanas se parecen en el fondo y, cada vez más, en las formas a lo que hemos visto hasta ahora. Seguimos siendo parte del problema en la medida en que no somos parte de la solución a través de alternativas políticas sólidas y posicionamientos éticos inequívocos. Y vemos réplicas de estas tensiones migratorias en otras regiones, como la de América Latina tras la crisis venezolana, lo que demuestra que este debate está aquí para quedarse. Los meses que transcurran hasta las próximas citas electorales (europeas, locales y, tal vez, generales) serán claves para medir la creatividad e iniciativa política del gobierno en España, en la UE y en foros como el Pacto Mundial de las Migraciones y el de los Refugiados.
  • La materialización de la Agenda 2030: el pasado mes de julio el gobierno presentó ante Naciones Unidas un plan nacional para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y un primer paquete de indicadores para su monitorización. Ahora se trata de transformar estos planes en normas, programas y presupuestos. La Agenda 2030 constituye un circo de tres pistas en el que agentes públicos y privados, nacionales y locales, van a tener que trabajar juntos bajo la coordinación estratégica del gobierno. La lista de prioridades incluye asuntos como la transición ecológica o la crisis de pobreza infantil, cuya envergadura y complejidad ilustran bien el desafío y la oportunidad de los ODS. En las próximas semanas deberíamos conocer el detalle de los planes para llevar a escala este esfuerzo de equidad y sostenibilidad.
  • La resurrección de la cooperación para el desarrollo: las políticas de cooperación carecen de la magnitud económica y electoral de otros asuntos, pero su importancia simbólica y sectorial es enorme. Mucho más cuando otros donantes tradicionales reculan a marchas forzadas. Se trata de asumir nuestra responsabilidad en los problemas comunes, pero también de recuperar la ayuda internacional como una herramienta ética e inteligente de posicionamiento exterior. Este es un objetivo declarado del nuevo ministro y de su equipo, que ahora deben ponerse manos a la obra. La agenda incluye la desfibrilación presupuestaria, claro está, pero además están pendientes iniciativas políticas y legislativas relacionadas con la Agencia Española de Cooperación, las condiciones laborales de los cooperantes o la definición de un nuevo Plan Director. Y un asunto clave: introducir salvaguardas entre los programas de cooperación de los donantes europeos y sus objetivos de control migratorio. Este tema amenaza con destruir los fundamentos de una política de desarrollo modesta pero eficaz.
  • El apuntalamiento fiscal del Estado: aunque la reforma fiscal va mucho más allá de las preocupaciones estrictas de este blog, ninguna de ellas podrá ser resuelta en ausencia de un modelo de financiación pública mejor dotado y más sostenible. La ayuda al desarrollo, la lucha contra la pobreza infantil y el calentamiento global son ejemplos de sectores en donde los recortes de estos años han laminado políticas que ya estaban mal financiadas antes de la crisis. Se trata en parte de introducir algún nuevo impuesto o tasa y reconsiderar el reparto de cargas de los existentes, pero sobre todo de luchar contra los abusos fiscales amparados por la legislación internacional y poner fin a la precariedad estructural de un modelo de trabajo que, sencillamente, drena el sistema desde su base.
Y una nota final: la reforma fiscal ejemplifica el imprescindible componente pedagógico que deben contener estas políticas. En este tiempo que nos ha tocado vivir, la percepción de lo que se hace cuenta tanto como lo que se hace. Y eso lo saben bien algunos chivos expiatorios.


Foto principal: Dos inmigrantes rescatados por Salvamento Marítimo el pasado 30 de agosto. CARRASCO RAGEL EFE



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