Los negociadores buscan cómo encajar en el Acuerdo de París un documento que insta a reducir a la mitad los gases de efecto invernadero en una década
Un
informe ocupa el centro de todas las miradas, y de muchas de las
negociaciones, en la cumbre del clima de la
ONU, que este año se celebra en la ciudad polaca
de Katowice. Hasta el punto de que la
reunión, en la que participan representantes de casi 200 países (muchos de
ellos ministros) y que debería terminar este viernes, está atascada. Por un
lado, se negocian las reglas para el desarrollo del Acuerdo de París, que se empezará a aplicar a partir de 2020; por
otro, se intenta sacar adelante una declaración de carácter más político que
interpele a los países a ser más ambiciosos en la lucha contra el cambio
climático para impedir el incremento constante de los gases de efecto
invernadero. Y ese informe (que se basa en más de 6.000 artículos y referencias
científicas) es la piedra angular de esa declaración política, porque deja
claro que los países deben reducir un 45% sus emisiones en una década. Justo lo
contrario de lo que la economía mundial está haciendo ahora, que es aumentar
sus gases de efecto invernadero.
El documento fue elaborado por
el IPCC (Grupo Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés) y detalla los
riesgos a los que se enfrenta el planeta si la temperatura supera de media los
1,5 grados respecto a los niveles preindustriales (ahora ese aumento está ya en
un grado). Pero no solo señala qué ocurrirá, sino qué se debe hacer para
impedir que se supere la barrera del 1,5: se necesita una “revolución”, en palabras de la
vicepresidenta del IPCC, Thelma Krug. Y
algunos países (cuyos gobernantes coquetean con el negacionismo) no están
dispuestos a asumir fácilmente unas conclusiones que abogan por recortes
drásticos en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, a la
vuelta de la esquina.
“EE
UU y Arabia Saudí están poniendo en duda la sustancia de ese informe”, se
lamenta el ministro de Ambiente y Energía de Costa Rica, Carlos Manuel
Rodríguez. Esos dos países (a los que se unen Rusia y Kuwait) son la cabeza
visible de la resistencia. Al otro lado están la Unión Europea —con España
incluida y muy activa— y un importante número de países en desarrollo, que
piden más ambición en las políticas climáticas. Rodríguez critica el papel
desarrollado por China que, pese a que ya es el mayor emisor de gases de efecto
invernadero, no “está mostrando un liderazgo”.
La
necesidad de ese informe del 1,5 está incluido dentro del Acuerdo de París.
Pero cuando aquel pacto se firmó en 2015 el mundo era distinto. Y Barack Obama,
expresidente de EE UU, y Xi Jinping, presidente chino, se aliaron con la Unión
Europea para sacar adelante un pacto ambicioso.
Durante
años, las negociaciones climáticas (la cumbre de Katowice es la número 21 de
las celebradas bajo el paraguas de la convención marco de cambio climático de
la ONU) apuntaban a que la meta debía ser limitar el incremento de la temperatura
a 2 grados. Pero en París se fue más allá. Y se fijó este objetivo: “mantener
el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 grados
centígrados con respecto a los niveles preindustriales” y “proseguir los
esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados”.
"El
1,5 no se introduce hasta París", apunta David Howell, experto en
negociaciones climáticas de SEO/Birdlife. Y se hace gracias al compromiso de
Obama y compañía y a las presiones de los países que están, casi literalmente,
con el agua al cuello: las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida
del nivel del mar. "No estamos preparados para morir y Maldivas no tiene
ninguna intención de morir; no vamos a ser las primeras víctimas de la crisis
climática", advertía esta semana en Katowice el expresidente de este
pequeño país, Mohamed Nasheed.
"Había
poca literatura científica sobre el 1,5", recuerda Howell sobre el momento
en el que en 2015 se cierra el Acuerdo de París. Es decir, las consecuencias y
—sobre todo— las medidas que hay que tomar para no superar los 2 grados estaban
muy estudiadas por los científicos y existían informes del IPCC, que es el
órgano asesor de la ONU. Pero no ocurría igual con la meta más ambiciosa. Así
que se buscó una alternativa: los casi 200 países incluyeron una cláusula en el
pacto por la que se encargaba ese informe específico sobre el 1,5 al IPCC para
que lo presentara este 2018.
Y
así lo hizo en octubre el IPCC. Ya en ese momento, cuando los científicos
tuvieron que negociar con los 200 países el resumen ejecutivo del informe, EE
UU (ahora gobernada por Trump) y Arabia Saudí mostraron sus pegas y obligaron a
introducir notas a pie de página con su disconformidad.
En
la primera reunión multilateral tras la presentación del informe en
octubre, la del G20 en Argentina, el informe salió a relucir. Se incluyó en la
declaración final que los países tomaban “nota” del documento. Y de nuevo EE UU
obligó a introducir una nota en la que recordaba su intención de salir del
Acuerdo de País, algo que no se puede consumar hasta 2020.
En
los textos propuestos este viernes para la declaración final de la cumbre de
Katowice se opta por la misma fórmula. Pero se cuantifica el esfuerzo necesario
para cumplir con la meta del 1,5. En la declaración que acompaña el Acuerdo de
París se calculaba que para cumplir el objetivo de los 2 grados, en 2030 las
emisiones mundiales debían rondar las 40 gigatoneladas, lo que supone un
recorte del 25% respecto al momento actual. Para cumplir con la meta del 1,5
(según el último borrador de la cumbre de Katowice), el recorte deberá ser del
doble, entre un 53% y un 43%. Es decir, una “revolución”, como recordaba Thelma
Krug.
“NO SE PUEDEN NEGOCIAR LAS LEYES DE LA FÍSICA”
El
expresidente de Maldivas, Mohamed Nasheed, ha cargado este viernes contra los
países que se resisten a asumir el informe del IPCC: “No se pueden negociar las
leyes de la física. La ciencia es ciencia”. Estas declaraciones las ha
realizado junto a una veintena de ministros que forman parte de la llamada High
Ambition Coalition, que desde 2015 impulsa la Unión Europea y algunos Estados
en vías de desarrollo en las negociaciones climáticas. Todos esos países —la
coalición está formada por una treintena de Estados— han mostrado, mientras las
negociaciones siguen bloqueadas, su apoyo al IPCC frente a EE UU y Arabia
Saudí.
Las
negociaciones las debe dirigir el país anfitrión, en este caso Polonia. Pero ante
la situación de bloqueo, el secretario general de la ONU, António Guterres,
decidió involucrarse y este viernes participa en los últimos contactos, según
explicaba la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. La
ministra —que participó también en las negociaciones de París de 2015, pero no
como representante del Gobierno— admite la dificultad para cerrar acuerdos
ahora. “En tres años han cambiado muchos Gobiernos”, señala en referencia a EE
UU.
Estados
Unidos es el caso más llamativo, pero la falta de ambición en la lucha contra
el cambio climático también se ha extendido a otros países como Australia o
Brasil. En este último caso, el nuevo presidente Jair Bolsonaro amagó con
abandonar el Acuerdo de París, aunque luego reculó. Eso sí, renunció a que su
país organice la próxima cumbre del clima, como se había comprometido. Lo más
probable es que Chile finalmente lo haga. Costa Rica quería acogerla, pero
fuentes del Ejecutivo de este país explicaron que no han sido capaces de reunir
la financiación necesaria, unos 100 millones.
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