Son muchas las críticas y los apoyos en torno a esta joven, pero ella ha conseguido algo fundamental: conectar con la sociedad
Greta Thunberg (Estocolmo, 3 de enero de 2003) ha conseguido con
16 años que millones de personas en
todo el mundo la sigan y que sean conscientes de que el cambio climático, y la
consiguiente destrucción del planeta, es una realidad. Miles de búsquedas y
videos en Internet certifican su alcance, una actitud para muchos
revolucionaria, debido a su corta edad y, para otros, los más críticos, un
comportamiento inconsciente que podría afectarla en el futuro. La polémica está
servida: ¿Es Greta Thunberg un juguete roto?
Thunberg
es una adolescente de 16 años que, además, padece Síndrome de Asperger, un
trastorno del neurodesarrollo incluido en los Trastornos del Espectro del
Autismo (TEA) y que se caracteriza en muchas ocasiones por la alta inteligencia
de los sujetos, llegando a ser, en ocasiones, superdotados. Exactamente, y como
explica Manuel Antonio Fernández, también conocido como el
Neuropediatra, tres son sus síntomas
principales: “Un lenguaje muy precoz, peculiar y avanzado para su edad; una
elevada capacidad intelectual y una clara dificultad para entender los aspectos
básicos de las convenciones sociales”. En el mundo se estima que uno de cada
160 menores en edad escolar padece un TEA, según la Organización Mundial de la
Salud.
Por
ejemplo, en cuanto al lenguaje, el Neuropediatra señala que "si te paras a
pensar en la forma de hablar de Greta verás que no es la típica de una chica de
16 años, ni en el fondo, ni en la forma. Solo hay que ver algún discurso de los
que ha dado. Es muy literal. El niño con asperger tiende a utilizar un
vocabulario más avanzado de lo esperado para su edad y además lo hace con una
construcción sintáctica casi perfecta". En general, según mantiene el
experto, se percibe a las personas con asperger como sabios raros o pedantes
porque utilizan un vocabulario muy extenso y preciso, pero se desarrollan de
una forma monótona o con una expresión forzada que resulta claramente
artificial: "Podemos ver como la expresión de Greta cambia de forma muy
evidente entre los momentos en los que lee el texto del discurso en el papel y
cuando mira al público".
O en
el tema de la capacidad intelectual, en el que, según el experto, "es muy
difícil entrar porque no hay apenas información al respecto, pero lo que está
claro es que dejó de ir los viernes a clase para realizar sus protestas y está
viajando alrededor del mundo sin que nadie cuestione sus resultados
académicos".
Teniendo
todo esto en cuenta, ¿cómo le puede afectar toda esta exposición pública a esta
joven? Fernández considera “que el camino que está llevando Greta no es el más
adecuado para ella”. “Sus padres deberían plantearse si toda esta exposición
social, todo este ruido, todos los apoyos y los enemigos que la joven se está
generando, van a tener un resultado positivo para su hija en el futuro”.
“Yo
creo que nadie está pensando en su futuro. Ni siquiera ella. Para mí, Greta ya
es un juguete roto. Se ha convertido en un arma arrojadiza entre los diferentes
bandos interesados. La pregunta ya no es si esto le provocará consecuencias
negativas, sino cuáles y cuándo. Con Greta debería primar la protección de sus
padres y los derechos de los niños sobre los intereses personales, políticos y
económicos”, termina Fernández.
En
contraposición a esta postura, Betzabé Lillo Orellana,
investigadora y formadora Montessori en el Instituto Internacional
Montessori Canela, considera “que el asperger no es lo relevante en este caso,
sino su capacidad de hacer visible lo invisible, que es el sentir de miles de
adolescentes en todo el mundo. Según mantiene, Greta nos demuestra que una de
las características intrínsecas de los 12 a los 18 años es la necesidad de
encontrar un sentido en la vida, de identificarse con una o varias causas.
“Greta usa un lenguaje cotidiano”, prosigue la experta, “dice lo que muchas
personas piensan, por lo que logra exponer con fuerza y sin tecnicismos ideas
que cuestionan el sistema económico y político actual. Esto tiene un efecto de
imán entre sus iguales y entre los adultos, creo que ha generado expectación el
hecho de confrontar directamente a un sistema político cada vez menos creíble”,
concluye Lillo Orellana.
Olga Carmona, psicóloga de la clínica CEIBE, considera que Greta puede ser ambas cosas:
un juguete roto y un modelo de compromiso social. “Ella, por su juventud,
determinación, claridad y pasión se ha convertido en un icono del compromiso y
la alarma medioambiental de las nuevas generaciones, pero no dudo que acabe
siendo utilizada por medios del poder y acaben destrozándola”, explica Carmona.
“Al ser asperger, esto hace que se obsesione y profundice de forma insistente
en algo, y lo viva en cuerpo y alma”, añade. “Pero por otro lado”, prosigue,
“no puede decodificar las dobles intenciones ni el lenguaje metafórico, ni comprender
los matices de la comunicación, lo que la convierte en muy vulnerable”,
concluye la experta.
Un discurso emotivo
Además,
sus intervenciones tienen un componente emocional muy potente. Dafne Cataluña, psicóloga de Instituto Europeo de Psicología
Positiva lo achaca al hecho de que
“un discurso emotivo nos hace sentir vivos, nos hace conectar con lo que sucede
en ese momento, hacernos partícipes de ello y en consecuencia darle importancia”.
“La emoción conecta con nuestros instintos más profundos y nos mueve a actuar.
Es el motor mientras que los pensamientos son el cuadro de mandos. Sin esto
último, me quedo sin información, pero aún así puedo moverme, pero sin motor da
igual lo que me digan, me quedo inerte”, agrega Cataluña.
Greta Thunberg habla ante miles de personas en Denver, Colorado. En vídeo, entrevista de Thunberg para El País el pasado marzo. RICK WILKING/ REUTERS / CARLOS MARTÍNEZ
Madrid 21 OCT 2019 - 19:25 CEST
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