En Brasil, donde se encuentra la mayor parte del
espacio amazónico, aparecen serias amenazas antes de que alguna medida
antiambientalista de Trump pudiera haberse hecho sentir allí
Paradojas de la vida son las inversiones de roles. Lo
que se asume —o espera— de una persona acaba siendo hecho por otra; de ella,
incluso, se pudo haber esperado en algunas una conducta diametralmente opuesta.
Ejemplos extremos: un policía convertido en atracador o un prófugo de alta
peligrosidad que entrega un objeto perdido.
En la escena mundial se viven a veces también “roles
alterados”. En varios hechos recientes está ocurriendo eso. Se me vienen a la
mente dos ejemplos de conductas paradójicas. Primero: el enérgico
cuestionamiento en días pasados por Angela Merkel (en su visita a América
Latina) al muro de Trump con México. Palabras claras, firmes y directas que han
sonado y reverberado mucho más que los silencios o las tímidas atingencias
sobre el tema de la mayoría de líderes latinoamericanos.
Ocurre que en la geopolítica actual Merkel va
perfilando un liderazgo ya no sólo europeo, sino global, que podría ser
compartido con Xi Xing Ping, pero en lo que ella hoy destaca. Por vocación
propia y por default de los otros es ella la que, por ejemplo, le pone las
banderillas a Trump en lo del muro. Si esa visión de proyectar su liderazgo
explica el activismo de Merkel, llaman la atención los silencios o excesiva
cautela de los liderazgos latinoamericanos. Que si podrían tener que ver en
algunos pocos casos con rezagos del “temor referencial” al tío Sam, no está
allí la explicación central.
Parecería que lo que explica esta relativa y cuasi
generalizada indiferencia es la percepción de que “no es mi problema”. En el
fondo, lo que en realidad esto revela es el profundo debilitamiento —y hasta
extinción— del discurso de la “integración” o de la unidad latinoamericana que
antes resonaba machaconamente y, por cierto, con mucho de retórica a veces.
Indispensable no caer en la retórica carente de acciones efectivas de
integración y unidad, pero muy grave que los integradores objetivos hayan
prácticamente desparecido del discurso y de las políticas vigentes.
La única “flor en el desierto” podría ser la “Alianza
del Pacífico” (que acerca económicamente a Colombia, Chile, México y Perú entre
si). Pero, a estas alturas, en ello no hay allí novedad alguna. Fuera de eso,
pare usted de contar. En un contexto en el que CELAC (Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños) prácticamente ha dejado de operar y con un ALBA
(Alianza Bolivariana) en crisis, no hay estrategia ni liderazgo integrador
alternativo en agenda. La “voz latinoamericana” está tentada, pues, a venir de
fuera.
El otro ejemplo de roles alterados: la defensa de los
bosques y del Acuerdo de París sobre medio ambiente, hoy más urgente que nunca
luego de la decisión de Trump de abandonarlo. Resonando las coincidencias entre
Europa y China de continuar con el acuerdo y la protección del entorno
ambiental, América Latina estaría en ese mismo vagón. ¿Es así? Sí, pero no
tanto.
Desde el Brasil, por ejemplo, donde se encuentra la
mayor parte del espacio amazónico, aparecen serias amenazas antes de que alguna
medida antiambientalista de Trump pudiera haberse hecho sentir allí. Hay
información muy preocupante de lo que viene decidiéndose en el Congreso
brasilero. El grupo parlamentario conocido como ruralista, que cuenta con más
de 200 curules, ha gestionado y logrado aprobar una ley que redefine los
límites del inmenso parque nacional de São Joaquim. Con eso se le quitaría la
condición de “área protegida” a más de 600.000 hectáreas de bosque amazónico.
Ya que, según los expertos, ello liberaría más de 140 mil toneladas de dióxido
de carbono, ello contrariaría la médula del Acuerdo de París y el compromiso de
Brasil de reducir esas emisiones en un 43% para el 2030.
Mientras Merkel y Xi Xing Ping defienden el Acuerdo de
París, parecería que el presidente Temer, quien formalmente apoya el acuerdo,
estaría ahora más preocupado en tener apoyo parlamentario para mantenerse en el
cargo, pese a las acusaciones de corrupción y la masiva desaprobación
ciudadana.
De no vetar Temer esa ley y de proceder a promulgarla,
estaríamos ante otra conducta paradójica en la que otros serían quienes asuman
el papel que le corresponde a líderes latinoamericanos.
16 JUN 2017 - 01:30 CEST EL
PAIS
No hay comentarios.:
Publicar un comentario