El Banco Mundial advierte que se necesitará invertir un billón de dólares en la próxima década para reducir las emisiones e implementar energías renovables, mientras se evita una recesión prolongada en el mundo en desarrollo.
Mientras se acerca la esperada cumbre ambiental de Copenhague en noviembre, donde se espera actualizar el ahora obsoleto Protocolo de Kioto, siguen apareciendo ominosas advertencias sobre los efectos del cambio climático, concentrándose ahora en las consecuencias para los países pobres, frecuentemente olvidados mientras la lucha contra el calentamiento global está virtualmente estancada.
De hecho, no ha habido mucho progreso en la presente década, pues a pesar de un creciente pero tímido uso de energías renovables –especialmente la eólica y la solar— las emisiones de CO2 han continuado produciéndose en volúmenes bastante nocivos para el clima, amenazando al mundo con un aumento de unos 2ºC en las temperaturas ambientales para mediados de siglo, mucho antes de lo pronosticado.
Los efectos ya se vieron por doquier en el último verano boreal, con un racha de calor insoportable en los países del Norte, mientras en el sur se experimentó un inverno austral con un frío desproporcionado o lluvias descomunales.
Un retroceso constante para el Sur
El efecto cumulativo de ese aumento de temperatura significará eventualmente que el subdesarrollado Sur reduciría su Producto Interno Bruto en más de 5 % anual por décadas, o sea en recesión permanente, mientras el Norte no sufriría tanto ya que puede implementar paliativos adecuados. En este punto, los países pobres del llamado Sur empiezan a exigir que el Norte pague la factura de su eventual retroceso, ya que no fueron los más responsables de las emisiones del derrochador Norte.
El problema reside en que los países pobres necesitan grandes cantidades de energía no contaminante para potenciar su desarrollo y mejorar su calidad de vida, algo que no podrán hacer sin la ayuda económica de los países ricos por su crónica falta de tecnología. O sea que las emisiones afectarán en forma desigual a ambas regiones, pues el desarrollado Norte tiene suficientes recursos para mantener su calidad de vida y cambiarse a energías renovables, mientras el Sur carece de esa capacidad.
Un billón de dólares para salvar el planeta
Para cuantificar el problema un reciente informe del Banco Mundial apunta que se necesitará invertir cerca de un billón de dólares para evitar que el cambio climático afecte significativamente al Sur, al mismo tiempo que se reducen las emisiones de ambas regiones. Habrá que ver si en Copenhague las naciones pudientes están dispuestas a pagar finalmente una justa factura por contaminar el ambiente global en forma impune por tanto tiempo, especialmente cuando la crisis económica las estará golpeando todavía durante un lustro más, según los mejores estimados.
Para cuantificar el problema un reciente informe del Banco Mundial apunta que se necesitará invertir cerca de un billón de dólares para evitar que el cambio climático afecte significativamente al Sur, al mismo tiempo que se reducen las emisiones de ambas regiones. Habrá que ver si en Copenhague las naciones pudientes están dispuestas a pagar finalmente una justa factura por contaminar el ambiente global en forma impune por tanto tiempo, especialmente cuando la crisis económica las estará golpeando todavía durante un lustro más, según los mejores estimados.
Roberto Palmitesta DDomingo, 27 de septiembre de 2009
LA TIERRA EN ROTACIÓN
Boletín No.2 (Octubre 2009)
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