El Gobierno de Hu
Jintao reconoció que el 70% de la basura electrónica mundial se vierte en su
territorio. 'China ha pasado a ser el mayor vertedero del mundo para los desechos
electrónicos'.
En la localidad
de Guiyu, en la provincia china de Cantón, existe un gigantesco vertedero en el
que la basura electrónica procedente del Primer Mundo es tratada con métodos
obsoletos para extraer cobre y otros materiales. En él trabajan 190.000
personas y, aunque no se sabe con certeza cuando se inauguró, sus residuos ya
han contaminado toda el agua en 50 kilómetros a la redonda, según la
Administración Nacional de Protección Ambiental.
Guiyu es sólo un
botón de la muestra. Aunque es el vertedero más célebre del país, existen otros
similares en los suburbios de Pekín, Hunan o Tianjin. De hecho, en la
actualidad, dos tercios de las ciudades chinas están al borde de una crisis
ambiental debido a la falta de infraestructuras y tecnología para desarrollar
labores de reciclaje.
La razón es que
China importa basura. Estados Unidos, Europa y Japón reducen su producción de
residuos pagando al gigante asiático para que almacene toneladas de desechos
que no han recibido ningún tipo de tratamiento, incluidos residuos que
contienen elementos químicos tóxicos. Su economía e industria manufacturera en
expansión aceptan recibir chatarra que utilizan posteriormente como fuente
barata de materias primas reciclables. En septiembre de 2002, por ejemplo, una oficina
de aduanas de la provincia china de Zhejang registró la entrada de un
cargamento de 400 toneladas de basura electrónica procedente de los Estados
Unidos compuesta por fragmentos de equipos informáticos, monitores de
ordenador, televisores obsoletos o fotocopiadoras.
Sin embargo, este
lucrativo negocio podría convertir al país en un gigantesco vertedero tóxico.
El pasado mes de enero, el Gobierno de Hu Jintaoreconoció que el 70% de la
basura electrónica mundial se vierte en su territorio. “China ha pasado a ser
el mayor vertedero del mundo para los desechos electrónicos”, señaló Wu
Yunping, responsable de la Administración Nacional de Protección Ambiental.
Los
importadores chinos, añadió, no sólo no pagan sino que obtienen dinero por los
residuos, que suelen llegar al mercado de segunda mano sin haber sido
despojados de su toxicidad. Las estadísticas, aunque no son del todo fiables,
indican que el país ha pasado de importar un millón de toneladas de basura en
1990 a superar los once millones en 1997, y que entre 1998 y 2002 se registró
un incremento anual de tres millones de toneladas en la cantidad de residuos
que el Primer Mundo transfiere a China. A todo ello hay que sumar la producción
nacional de desechos: unos 150 millones de toneladas anuales, cifra que, de
mantenerse la progresión, aumentará hasta los 400 millones en 2020, el
equivalente a los residuos que se generaban a escala global en 1997.
Importar industrias contaminantes
Otro negocio
rentable y de consecuencias desastrosas es la transferencia de industrias
altamente contaminantes -las llamadas pollution-intensive industries (PII)-
cuya tecnología o producción es ilegal en el país de procedencia, como
determinadas compañías de pesticidas. En 1995, China albergaba un número
estimado de 16.900 PII, cuya cifra global de negocio ascendió a unos 50.000
millones de dólares. Un ejemplo de sus consecuencias se encuentra en la
provincia de Guangdong, en donde la cantidad de cloroflurocarbonos destructores
de la capa de ozono que importaron los inversores extranjeros alcanzó las 1.800
toneladas en 1996.
Ángel Martínez. elconfidencial.com
Autor: Ángel
Martínez- Fecha: 2007-09-17
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